Mis queridas amigas y amigos:
Recibí una llamada de mi querido amigo, compañero de Corporación y Alcalde, Antonio Úbeda, me comunicaba que el Equipo de Gobierno me había designado para ser el Pregonero de las Fiestas, la verdad sentí un agradecimiento profundo porque siempre servir a mi pueblo, donde sea y como sea, es un gran honor y un magnánimo orgullo. Gracias a todos de corazón.
Es difícil conjugar la amistad con la política, yo si comprendo, que en nuestro pueblo si se puede, así lo entendí y así seguiré pensando hasta mi muerte que la persona es lo único importante.
Siempre consideré el Pregón de la feria, la alegría del comienzo festivo, algo anunciador de un evento más, un año después nunca entendí que el Pregón pudiera suponer un plomo (respetando como es obvio a mis predecesores), sobre todo, a aquellos que se estiran en la historia excesivamente pasada, otros refinados en literatura culta y otros que nos describe hasta el sexo de los ángeles, por eso, me prometí a mi mismo no haceros sufrir más de cinco minutos tiempo suficiente y así evitar que bostecéis y ni, por su puesto llegar a cansaros y que os perdáis alguna actividad de nuestras Fiestas, seguro más importantes que oír y aguantar a este humilde Pregonero de la Feria de Tabernas, nuestro querido pueblo, arquitectónicamente hablando uno de los más bonitos y peculiares del mundo, entidad emblemática por su orografía, su fauna y su flora, sus paisajes, gastronomía, costumbres, etc., conocido internacionalmente.
Viví siempre la Feria con la ilusión suficiente de disfrutarla en su máxima expresión, siendo niño, en mi adolescencia y hasta hoy, recogiéndome hasta ser de día en multitud de ocasiones, de ellos dos en particular imborrables en mi memoria la primera con mi amigo Ricardo Fábrega bebiéndonos una copa de anís y comiéndonos un pedazo de turrón en una de las casetas, y la segunda, dirigiendo el tráfico con un hueso de jamón y un grupo de amigos en el bar de la Guinea, nuestro estado, como decimos en el pueblo “agustico”.
Desde este Pregón bienvenidos a los que nos visitéis y nos acompañéis a compartir un rato con nosotros, en Tabernas nadie fue, es y será un extraño por tradición e historia un tabernero más.
A los paisanos que retornáis a vuestro pueblo y que con tanta zozobra nos añoráis y contáis los días para volver a encontrarnos, un fuerte abrazo y un saludo cariñoso para todos.
A los que cotidianamente tenemos la suerte de veros con asiduidad, como a los demás sin mirar edades ni otras distinciones, seguir así dando ejemplo de humildad, de honradez, de servicio, de trabajo y de responsabilidad. Me gustaría que olvidáramos todos en estas Fiestas nuestros problemas, nuestros disgustos y esa maldita crisis, porque ya sabéis el dicho de los cien años, ese debe ser nuestro objetivo en estos días.
Os insto pues a divertiros hasta que el cuerpo aguante. Beber lo que podáis. Comer hasta saciaros siempre con esa hermandad que ha todos nos caracteriza. Bailar hasta que las piernas digan basta, en definitiva, pasadlo lo mejor que podáis.
Y como os prometí ya término, deseando, y de todo corazón, seáis inmensamente felices en nuestras Fiestas y gritando con vosotros:
¡Viva la Virgen de las Angustias!
¡Vivan nuestras Fiestas!
¡Viva el pueblo de Tabernas!
José Guijarro Martínez.
Recibí una llamada de mi querido amigo, compañero de Corporación y Alcalde, Antonio Úbeda, me comunicaba que el Equipo de Gobierno me había designado para ser el Pregonero de las Fiestas, la verdad sentí un agradecimiento profundo porque siempre servir a mi pueblo, donde sea y como sea, es un gran honor y un magnánimo orgullo. Gracias a todos de corazón.
Es difícil conjugar la amistad con la política, yo si comprendo, que en nuestro pueblo si se puede, así lo entendí y así seguiré pensando hasta mi muerte que la persona es lo único importante.
Siempre consideré el Pregón de la feria, la alegría del comienzo festivo, algo anunciador de un evento más, un año después nunca entendí que el Pregón pudiera suponer un plomo (respetando como es obvio a mis predecesores), sobre todo, a aquellos que se estiran en la historia excesivamente pasada, otros refinados en literatura culta y otros que nos describe hasta el sexo de los ángeles, por eso, me prometí a mi mismo no haceros sufrir más de cinco minutos tiempo suficiente y así evitar que bostecéis y ni, por su puesto llegar a cansaros y que os perdáis alguna actividad de nuestras Fiestas, seguro más importantes que oír y aguantar a este humilde Pregonero de la Feria de Tabernas, nuestro querido pueblo, arquitectónicamente hablando uno de los más bonitos y peculiares del mundo, entidad emblemática por su orografía, su fauna y su flora, sus paisajes, gastronomía, costumbres, etc., conocido internacionalmente.
Viví siempre la Feria con la ilusión suficiente de disfrutarla en su máxima expresión, siendo niño, en mi adolescencia y hasta hoy, recogiéndome hasta ser de día en multitud de ocasiones, de ellos dos en particular imborrables en mi memoria la primera con mi amigo Ricardo Fábrega bebiéndonos una copa de anís y comiéndonos un pedazo de turrón en una de las casetas, y la segunda, dirigiendo el tráfico con un hueso de jamón y un grupo de amigos en el bar de la Guinea, nuestro estado, como decimos en el pueblo “agustico”.
Desde este Pregón bienvenidos a los que nos visitéis y nos acompañéis a compartir un rato con nosotros, en Tabernas nadie fue, es y será un extraño por tradición e historia un tabernero más.
A los paisanos que retornáis a vuestro pueblo y que con tanta zozobra nos añoráis y contáis los días para volver a encontrarnos, un fuerte abrazo y un saludo cariñoso para todos.
A los que cotidianamente tenemos la suerte de veros con asiduidad, como a los demás sin mirar edades ni otras distinciones, seguir así dando ejemplo de humildad, de honradez, de servicio, de trabajo y de responsabilidad. Me gustaría que olvidáramos todos en estas Fiestas nuestros problemas, nuestros disgustos y esa maldita crisis, porque ya sabéis el dicho de los cien años, ese debe ser nuestro objetivo en estos días.
Os insto pues a divertiros hasta que el cuerpo aguante. Beber lo que podáis. Comer hasta saciaros siempre con esa hermandad que ha todos nos caracteriza. Bailar hasta que las piernas digan basta, en definitiva, pasadlo lo mejor que podáis.
Y como os prometí ya término, deseando, y de todo corazón, seáis inmensamente felices en nuestras Fiestas y gritando con vosotros:
¡Viva la Virgen de las Angustias!
¡Vivan nuestras Fiestas!
¡Viva el pueblo de Tabernas!
José Guijarro Martínez.
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